
Hoy me apetece escribir sobre la película La mandolina del capitán Corelli, aunque creo que se equivocaron al escoger el título.
La estrenaron en el año 2001 y es una adaptación del bestseller de Louis de Bernieres. Una jovencísima Penélope Cruz y el ya conocidísimo Nicolas Cage son los protagonistas de esta historia que tiene lugar en una pequeña isla griega a finales de la Segunda Guerra Mundial.
La fotografía es maravillosa, pues con esos paisajes tan idílicos no resulta muy difícil que así lo sea. La ambientación está bien trabajada, igual que el vestuario, muy adaptado a la historia y al contexto. La trama es previsible desde un primer momento, pero ese no es el mayor problema de la película. Sin embargo, los dos protagonistas (Cruz y Cage) estropean cada escena en la que intervienen. Ella no presenta ningún matiz, siempre la vemos de morritos, no cambia su cara en toda la película, excepto en algún momento que pasa a la máxima alegría de golpe; esas son las dos caras de Penélope en La mandolina del capitán Corelli: o muy enfadada o muy contenta. Nicolas Cage, como es típico en él, exagera su papel hasta unos límites cansinos. Representa a un capitán italiano y por eso debe forzar su acento al hablar y no cesa de utilizar expresiones como: "Molto bella, seniorina, ciao..". No consigue ni de lejos que su nacionalidad italiana sea creíble ni en un instante de los 131 minutos que dura el largometraje. No se desprende de sus gestos yankees ni por asomo, la manera de actuar norteamericana va pegada a él como un chicle en la suela de un zapato.
En esos tiempos, Penélope empezaba a hacerse un hueco en el panorama hollywoodiense y este era uno de sus primeros papeles como co-protagonista. Sólo por eso se podría entender su falta de registros, soltura y naturalidad, pero no es excusa para una actriz cuyo trabajo es acercar el personaje al espectador, hacerle creer por un momento que la historia es real. Hablando de realidad, se me olvidaba el factor más importante de la crítica (a parte de los morritos de Penélope), el instrumento que aparece en el título. Resulta totalmente falso y hasta cómico ver como Nicolas Cage "toca" la mandolina. Sus dedos torpes y su cara de sentimiento exagerado no siguen el ritmo de la canción que suena.
Por eso me he permitido el lujo de rebautizar la película como "Los morritos de Pe y la mandolina de Nico". Como mínimo represente mejor la esencia del largometraje, pues será mejor por el bien de todos que la mandolina se quede en un segundo o porqué no, tercer plano.
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